Con gran sorpresa vi la llegada de Jumbo y me quedé esperando sinceramente algo que me llamara a ingresar a estos hipermercados, si, he entrado, pero no me satisface de ninguna manera. He ingresado a muchos hipermercados en mi vida, Wallmart, Éxito, el extinto Carrefour, entre otros (nombro estos para no aburrirlos), y sinceramente no se que es lo que pasa con Jumbo, no se si, será su nombre, su color, su tipografía, su identidad por completo, el manejo del espacio, no lo se, pero es algo que no me permite ingresar al lugar con total comodidad, me siento hostigada, como con ganas de salir corriendo, huyendo de esas fauces verdes atestadas de productos que no me generan atracción.
Carrefour dejó como herencia la estructura de los espacios que había determinado en sus últimos días, como un tio solterón que deja las cosas organizadas a su sobrino adolescente que no sabe donde va que ni que poner encima o debajo de que, y así Jumbo acondiciona sus nuevos productos junto con los otros, sin prioridades, sin determinaciones y coloca su señalización verde, y sus uniformes beige y verde que no me proporcionan seguridad al comprar, ni me invitan, ni nada, absolutamente nada.

Ese logo, esa cara al público, no se si es que no la han sabido ubicar en los espacios destinados, no se si es complejo darle una identidad propia al lugar, o si tan sólo ese es el pensado, una bodega donde se venden cosas por doquier, sin forma, sin gusto, sin nada, como un plato de comida sin sazón, sin salsa, sin nada. No se si culpar al verde, ese verde que nunca me ha agradado un verde que no me anima a nada, que no me calma ni me genera sentimiento alguno, o bueno si, uno, me repele, me extrae.

Jumbo para mi es un plato que no me produce hambre, un hombre que no me produce ganas sino asco, es un lugar que me quita la energía que me invita pero a salir de ahí, corriendo, escapando de aquel elefante que me mira con esa mirada retro en su rostro, es "Dumbo", pero para que no se den cuenta dejémoslo Jumbo. Es eso, es Dumbo, pero sin sus orejas rosadas, sin su expresión de ternura, sin su cara de alegría, es un Dumbo tosco, tortuoso y desgarbado. es Jumbo.
Sólo espero que me callen la boca, que lleguen con algo que me genere ganas de ingresar por fin que me produzca confianza y ganas de comprar en ese lugar.
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